domingo, 28 de marzo de 2021

Excusas sobre lo nuestro, motivo para nosotros- Tradición y arte contemporáneo en Puebla

 


Missi Alejandrina

Lo primero que a un artista le es dado expresar en su obra es de dónde viene y a dónde pertenece, por ello una de las vocaciones más engañosas para el artista es la del abordaje de lo tradicional y su acción identitaria. La tradición no es solo su transmisión y supervivencia, también es sus transformaciones, sus resistencias y sus derrotas; pero, sobre todo, es los momentos oscuros y terroríficos que hacen un contrapeso a la calidez, la belleza y la monumentalidad, aspecto del cual nunca se habla en la presentación de este fenómeno por parte de la difusión cultural gubernamental, castración discreta de la cultura que impide no solo la comprensión de la misma, también corta toda posibilidad de una vinculación emocional sincera a lo que nos precede y coordina en lo cotidiano.

Debería ser posible mirar lo que crece en las raíces de nuestras vidas con ojos desnudos, por lo que es ¿Cuándo será la vez que se vea en una obra de arte expuesta en el espacio público la representación de un indígena o un mestizo terrible? Fuera de las patrióticas representaciones de la conquista, la independencia o la revolución, no veo como algo cercano que el gobierno o la gente se atreva a mirar más allá del mito del buen místico salvaje, mirar que en el suelo no solo hay tierra sino lodo y tribulación.

En este post se abordarán algunos aspectos de la relación del arte con lo ancestral, lo popular y lo identitario a partir de la obra de tres artistas del catálogo “Arte actual en Puebla 2017-2020”: Rosaura Pozos, Raquel Rodríguez y Santo Miguelito.





Empezando desde un territorio abstracto, tomaré como punto de partida las dos fotografías pertenecientes a la serie “Marea” de Rosaura Pozos, en estas fotografías la artista crea un lazo con la idea de lo ancestral en su forma más primigenia. Lo ancestral como fuerza arquetípica se expresa a partir de la atmosfera ominosa en la cual se velan los cuerpos caracterizados por su provocación hacia el seguimiento y la interiorización. En una foto la parte inferior del cuerpo, velada por un manto, muestra por asomo un pie con un tono de piel moreno y empolvado, pesado, como si cargara con el peso de todas las generaciones que han pisado la tierra, como si cada paso trajera consigo la noche de los tiempos por unos pocos segundos para después desvanecerla de nuevo en el inconsciente.


Este gesto discreto se ve reforzado por el emerger de un rostro con ojos azules, desde la misma oscuridad de la otra imagen. Un rostro que emerge para hacer presencia con emoción serena e imponente, una mirada que parece guardar todas las respuestas, sin la necesidad del lenguaje hablado para comunicarlas. El uso de la oscuridad para crear volúmenes y profundidades permiten una expresividad intensa. Dos obras adecuadamente delimitadas pero que claramente denotan su pertenencia a un proyecto en proceso, su mensaje es claro, pero eso no es suficiente, la aspiración a lo arquetípico demanda una postura mucho más elaborada que el mero despliegue de las fuerzas ocultas; hay que reconocer también lo necesario de evitar abordar este tipo de temáticas desde perspectivas anacrónicas a fin de no recurrir a reduccionismos propios del pensamiento mágico en el mensaje de la obra.



Una vez se ha hablado del aspecto abstracto de la tradición, llega el momento de plantear la relación entre arte y tradición desde una perspectiva pragmática, el comentario social de la artista Raquel Rodríguez me ha parecido alguno de los más interesantes en este campo. Raquel Rodriguez presenta un libro para colorear que forma parte, junto con otras obras no recogidas por el catálogo, de un proyecto titulado: “INYFED (investigación de la infraestructura física educativa), diseño de una ficción”, una investigación sobre las condiciones de las infraestructuras de educación pública que parte de la recuperación de un archivo fotográfico de la SEP (Secretaría de Educación Pública).

Este libro de colorear parece ganar un matiz adicional e interesante en este momento en el cual se vive un resurgimiento del libro de colorear para adultos. Es una afirmación del imperativo participativo de la educación pública; la educación como algo que debe ser entendido fuera del paradigma vertical. La educación pública como parte de la vida popular, no solo como burocracia política. El funcionamiento de la educación pública, desde esta perspectiva, debe estar en cuidado de la gente porque también forma parte del cuidado de sus creencias, tradiciones y comportamientos. En la educación pública se nota la vitalidad de una democracia. Su obra devuelve simbólicamente el cuidado de este aspecto de la vida popular a la gente, al colorear la persona renueva y da vida a esas infraestructuras. Acaso habría que cuestionar que tanto éxito se tiene en esa compulsión; eso es lo que habría que juzgar, que tanto es posible pasar del plano simbólico al pragmático a partir de este tipo de obras.



Por último, he decidido comentar la obra de Santo Miguelito, el bordado titulado: “Sto. Miguelito como Sebastián”. Esta obra servirá para hablar del tema de la representación del artista en la obra de arte: cuándo este recurso se usa correctamente como medio expresivo y cuándo resulta en una autopromoción cínica.

Aquí me he dado la libertad de comparar el uso de la imagen de San Sebastián en este bordado con el uso que se le ha dado a este ícono en el retrato del nobel japonés Yukio Mishima realizado por Shinoyama Kishin. Quizá sea algo truculento comparar un retrato con un autorretrato; sin embargo, será útil para cuestionar lo que se pone en juego en el uso de este personaje.



 El personaje expresa a través de su contexto, es decir, aquellas cosas adentro y fuera de la obra con las que mantiene relación. Una vez entendido esto, hay que ver el uso de San Sebastián en estas dos obras. En el caso del retrato realizado por Shinoyama Kishin la inserción de Yukio Mishima como San Sebastián aporta todo un universo de complejidad porque no solo lo relaciona con el erotismo de esta figura religiosa y su lugar en la iconografía gay; le añade toda la dimensión vital y el carácter fatal de la bibliografía del novelista. Mediante este proceder el retrato se divide en una cantidad casi infinita de matices singulares, se establece una narrativa inabarcable, la obra se vuelve inagotable.

Ahora hay que mirar lo que ha hecho Santo Miguelito en la obra que ha presentado a esta convocatoria del Instituto Municipal de Arte y Cultura. Se ha cubierto con el manto de San Sebastián, su personaje es un mártir; no es una víctima, la víctima es anónima, el mártir es ejemplar, ya desde ahí la obra pone en marcha un mecanismo de defensa tramposo contra toda crítica posible.

La cuestión a enunciar es: qué hay de mártir en la figura de Santo Miguelito que lo pone a la altura de San Sebastián, por lo representado en este bordado el argumento sería que mantienen una relación por el sufrimiento de la opresión y el castigo, en el caso del santo  por ser cristiano en tiempos romanos, en el caso de Santo Miguelito se trata de la  opresión que sufren los homosexuales y aquellos que no encajan en los parámetros de belleza occidental de la cultura colonial mexicana; no obstante, descartando que en Santo Miguelito se reúnen todas estas características, no hay algún otro elemento que lo haga saltar de la condición de victima a mártir, al menos en cuanto su lugar en el imaginario y la vida pública es indiferente. Él solo se representa a sí mismo. En este personaje no hay nada ejemplar para estas comunidades, en todo caso se puede señalar que ha tenido el privilegio de poder ser artista y expresarse, pero eso no es en ningún sentido un escarnio ¿Qué tortura ha sufrido Santo Miguelito que no hayan sufrido aquellos a los que pretende representar?

Ya que se ha hablado del carácter problemático de la referencia a San Sebastián, vale la pena señalar la poca retribución sensual que se obtiene de esta obra, el carácter erótico de San Sebastián en toda la historia del arte recae en la maestría que los distintos artistas que recuperaron su figura han usado para resaltarla. En el caso de esta imagen no parece haber nada que invite a la exaltación erótica o conmoción horrífica de esa corporalidad; esta medio desnudo, pero no es una desnudez descarada, provocadora o invitante, su cuerpo es gordo, pero no hay nada que llame atención en esa gordura, ni la voluptuosidad luminosa de un Rubens, ni la densidad gravitacional de Lucian Freud, es una gordura que solo vale por ser gordura, ni en sus colores, ni en su gestualidad, sus poses, o la técnica de su bordado hay aporte alguno para el disfrute o la conmoción. Una obra conceptualmente mañosa y pobre para los sentidos. Ante cualquiera que se quiera presentar como mártir se debería asumir la postura del apóstol Tomás: “Si no veo en sus manos la señal de los clavos y meto mi dedo en el lugar de los clavos, y meto mi mano en su costado, no creeré.”. 


Fotos tomadas de:

Catálogo:file:///C:/Users/HP%20G240/Downloads/ARTE_ACTUAL_EN_PUEBLA_17-20.pdf

Retrato de Shinoyama Kishin extraído de:

https://juliocesarabadvidal.wordpress.com/2017/05/01/mishima-yukio-y-el-martirio-de-san-sebastian/




domingo, 21 de marzo de 2021

En los márgenes de lo material- Arte en Puebla y su relación con el medioambiente y la naturaleza. Parte 2.

 


Missi Alejandrina

Ahí donde no puede haber verdad, todo se vuelve paradoja. Decir una cosa y acto seguido hacer otra se ha convertido en un gesto característico del ánimo contemporáneo, pocos aspectos del desenvolvimiento humano dejan esto en evidencia como lo hace el arte de la época que nos tocó vivir. Quizás estemos frente a uno de los momentos más esquizofrénicos del arte, a partir del auge del deconstruccionismo a finales del siglo pasado él mismo hubo de convertirse de facto en uno de los mayores estandartes contra algunos de los binomios fundamentales para el discurso occidental(original-copia, alta cultura- cultura pop, autor- espectador, etc.); sin embargo, hay paradigmas que no solo no se han subvertido sino que han encontrado disfraces y estrategias de supervivencia cada vez más sofisticadas. En la relación arte- naturaleza se erigen algunas de las paradojas binomiales más arraigadas, aquellas que quizás sean las ultimas en caer, si es que un día caen.

Este post se dedicará a analizar tres casos de la situación recién comentada: la contraposición artista-artesano, la desconexión entre código informático y huella orgánica y, por último, el devenir de la sentencia en el slogan. Estos casos me han parecido relevantes por su presencia en la obra de tres artistas poblanos partícipes del catálogo “Arte Actual en Puebla 2017-2020”: Naxielli R. Arjona, Emmanuel Anguiano Hernández y Armando Cuspinera.



La escultura “Barracuda” de Naxielli R. Arjona evoca la necesidad de hablar de aquellos vínculos con la materialidad de la obra que parecen caer en el olvido ante la presencia cada vez más acuciante de un arte totalmente alienado de sus materiales. 

El uso de la scrap aesthetic se comporta en la obra al modo de una terapéutica de los objetos, acto que dentro de las sociedades de consumo y rendimiento en las que estamos inmersos constituye un acto ilícito. La basura en el consumismo representa el radical otro del útil, la herramienta se agota en su uso. Dar vida a lo no usable a través del arte representa una resistencia ante la aniquilación. He ahí la importancia de su inclinación por el ensamblaje antes que la refundición. Ambas en cierto modo hubieran sido formas de reciclaje; a pesar de ello, solo el ensamblaje pudo haber mantenido los signos de vida del metal reciclado en la figura de una criatura viva.

La elección de la barracuda como animal está relacionada también con la pertenencia a una zona existencial de exclusión. A diferencia de animales más carismáticos o totémicos, la barracuda, a la manera de miles de especies animales que no figuran en la cultura humana, está presente en pocas menciones, una canción, el nombre de un coche, no más; reconocible acaso por la toxicidad de su carne o su comportamiento hostil, un animal del afuera. La representación de su figura enfocada en su silueta logra alejar a la barracuda del carácter hostil al que suele estar asociado; la presenta como un organismo caracterizado por su extrañeza en el imaginario para luego guiar la mirada hacia una fascinación genuina por el goce estético que el ojo puede tener en el recorrido de las caprichosas e ingrávidas formas de la escultura.

En la comunión de la extrañeza iconográfica de la barracuda, el uso del ensamblaje y la elección del metal como material, hay un resurgimiento del carácter demiurgo del oficio orfebre, hacer inscrito en la memoria más antigua no solo por el hacerse con los secretos más profundos del material sino por la capacidad del material para descubrir  verdades de la condición humana que necesitan de la otredad radical para llegar a lo visible; fenómeno conocido de sobra por el artesano, vocación que el artista conceptual a menudo desdeña con arrogancia ignorante.


Una vez se ha expuesto el riesgo de disociación del arte contemporáneo con respecto a lo material y lo orgánico, parece importante también ocuparnos del lado contrario de esta interacción. En “Reacción Natural”, el artista multifacético Emmanuel Anguiano Hernández desarrolla una convivencia en la cual se juntan lo natural y lo técnico sin tender a las dinámicas jerárquicas que suelen admitirse irreflexivamente.

“Reacción Natural” suscita una serie de sinestesias entre el oído y la vista humanos con el tacto metabólico de la planta. Los ritmos que se crean a partir de la lectura de los estímulos en lo vegetal generan una recepción de significado opuesta a la habitual imposición semiótica; aquí el artista no es el que habla sino aquel que crea los canales de comunicación: lo que habita a lado de lo humano habla con su propio código, desde su propia vivencia.



La cuadricula craquelada en la superficie de las hojas, los colores contrastantes y fluorescentes, la insistencia en la presencia de patrones rítmicos, son elementos en los que surgen para la vista, principal órgano perceptivo humano, los procesos autocartográficos a la base de toda sensibilidad. Se expone la poética de la espontaneidad vital, el inagotable discurso de la dialéctica entre lo interno y lo externo que se conspira en el programa homeostático.


Cuando se presta atención a la imaginación no humana, cuando hay voluntad para desafiar el espacio euclidiano, la vida exhibe la necesidad de una traducción continua; aferrarse al ostracismo especista resulta en condenarse a uno mismo a la soledad de la mudez monocromática, privación que siempre se ha atribuido a lo natural automático, aquello que el humano “según” dejó atrás hace mucho tiempo.


A modo de conclusión he decidido comentar “Notas en piedras de río” de Armando Cuspinera, obra que me ha interesado por su comportamiento paradójico. En esta obra se pueden constar tres aspectos cardinales, estos son: la vinculación a la tradición estética oriental del wabi-sabi (en su recuperación del ethos de prácticas como el Suiseki), la voluntad de abordar la relación de la piedra con la escritura y el incentivo hacia la sabiduría empática del detenimiento contemplativo presente en la forma de la sentencia.

Las piedras que componen esta obra funcionan como objetos encontrados y a encontrar, esto se debe a lo lúdico de su superficie tersa, su forma imperfecta e incidental transporta de inmediato al entorno natural de donde han sido extraídas: los ríos, los lagos, las arcadias que en el ritmo frenético de nuestros tránsitos apenas han de ser recordadas por sus simulacros.

En el Suiseki, practica japonesa de contemplar y recolectar piedras de forma hermosa, se invita a la persona a prestar atención al ambiente que le rodea, a caminar sin prisa, mirar de cerca ¿de qué otro modo se encuentran piedras de formas preciosas? Este temple anímico lo ha sabido suscitar a través únicamente de la selección del material con el que ha trabaja y, en cierta medida, al tratarlo no como un material objetual sino como esencia del momento contemplativo. Eso lo expresan las piedras por sí solas, en todo caso acentuado correctamente por la base de hierba o madera en las que suele depositarlas[1]. El problema llega cuando se lee lo escrito en los guijarros, motivo por el cual en el Suiseki tradicional se prohíbe realizar cualquier modificación o inscripción en los mismos.

Cada una de las piedras lleva una inscripción, en las que pueden encontrarse frases como las que mencionaré a continuación: “ideas spread like fungi” “nations are for the realms of man” “ What i miss the most is people and food” “throw me with anger”, etc. Mi desacuerdo con la pieza no se encuentra en relación a la simplicidad del lenguaje que utiliza, lo angustiante es el mensaje mismo, la reducción de la sabiduría de las sentencias al slogan publicitario. Es en este tipo de obras, ingenuas y sin ambición, ocurre la fatal confrontación con la equivalencia entre contemporaneidad y temporalidad neoliberal.

Estas piedras de río no son el recuerdo que se trae uno a casa después de un día de campo a las afueras de la ciudad, se exponen en galerías: la cuestión por la cual pueden ser obra de arte es el extrañamiento que para nosotros, sus contemporáneos, representa su organicidad; ya nadie puede irse el fin de semana al día de campo, nadie tiene tiempo para recolectar piedra, aun cuando se tiene ese tiempo, el imperativo es que ese tiempo siempre se puede usar para algo productivo. Juntamos ese tipo de chacharas ya no como recuerdos sino como souvenirs fetichizados, una happy meal del adicto a Zara; no hay nada que evite que esas rocas se pudieran vender bajo la etiqueta mindfulness rock o pisapapeles meditativo.

A estas rocas les hace falta la muerte, este gesto, intencional o no, está cargado de ignorancia maliciosa. Si la piedra ha sido tan próxima a la escritura es por su durabilidad, la piedra de escritura se daña por la violencia del damnatio memorae, a manos del hombre o la corrosión ambiental. Se inscribe en piedra porque nada se inscribe superficialmente, porque se teme a la muerte y se busca vivir en la vida eterna del nombre.

El que estas piedras estén hechas para el desgaste gradual tiene que ver bastante, se haya querido esto o no, con lo que hubo de ser el consumo desde su aparición como concepto en la escolástica medieval. Bajo el dominio del consumo todo es aniquilado, no hay agonía, ni drama, cuando no es posible el espectáculo, las cosas simplemente desaparecen sin poder diferenciar cuando lo hicieron, sin tiempo para el duelo, así como los mensajes de post it de esas piedras seguro lo harán. No soy ningún fanático de izquierdas para empezar a llamar a todo maldito consumismo, no dudo de la posibilidad de una bienintencionada voluntad de proporcionar alivio y serenidad con su obra, todo lo que he comentado se comete al amparo de los mejores y más ingenuos motivos. La clave aquí es que ya nadie puede darse el lujo de ser así de simplón, menos alguien que ha decidido asumir el papel de artista. Aquel que quiera ser inocente debe asumir el lapidario peso de toda su crueldad.


Fotos tomadas de:

Catálogo:file:///C:/Users/HP%20G240/Downloads/ARTE_ACTUAL_EN_PUEBLA_17-20.pdf

Armando Cuspinera website:https://www.armandocuspinera.com/notes-on-river-rocks

[1] Elemento externo a su presentación en el catálogo que pude encontrar al investigar en su pagina oficial y que he incluido debido a la importancia que tiene para la suma total del concepto de la obra.

 

domingo, 14 de marzo de 2021

Apelaciones a lo orgánico- Arte en Puebla y su relación con el medioambiente y la naturaleza. Parte 1.


 Missi Alejandrina

Si un extraterrestre tuviera que entender qué pasa en el planeta a partir de la crítica cultural, entendería que vivimos en un mundo lleno de problemas de raza, género, trabajo, etc., no imaginaría que el medio ambiente es una fuerza que preocupe al homo sapiens. Si este mismo extraterrestre leyera los periódicos y viera los noticieros, entendería que a diario enfrentamos una crisis medioambiental que amenaza nuestra existencia como especie. Este experimento mental, que he parafraseado de “The Ecocritical Reader” de Cheryll Glotfelty y Harold Fromm, está detrás de la razón por la cual he decidido empezar con el comentario de las obras que presento en esta entrada; apegándome a la ley de la hospitalidad he considerado dar prioridad al tratamiento del medioambiente y la naturaleza en el arte poblano. Un ámbito en el cual uno puede dar comentarios muy acertados o hacerse merecedor de pastelazos según la lucidez con la que se dedique a la tarea.

Me he visto en la necesidad de hacer una selección de los artistas a comentar, tomando en cuenta la pertinencia que los mismos tienen en relación al estado del arte contemporáneo en Puebla y  dentro del los límites que ha establecido el catálogo, con el fin de mantener la brevedad de los post en la medida de lo posible. No se tomarán en cuenta factores biográficos o la relación de las obras expuestas con el resto de la producción de los artistas.

Empezaré comentando las dos fotografías, “Apego” y “Metamorfosis”, de Amanda Hernández. En “Metamorfosis” el espectador se encuentra con una composición simple pero bien ejecutada. Amanda Hernandez marca una frontera permeable entre lo vegetal y lo humano que establece el tono liminal de la zona íntima en la que se desarrolla la escena. La posición horizontal del rostro humano junto a su gesto de reposo y las hojas en dispersión desde la parte superior de la imagen proporcionan una sensación de ingravidez que la vincula a la larga tradición detrás del tropo del pacto entre la mujer y el mundo vegetal; estado anímico de serenidad que se refuerza adecuadamente por el contraste armónico de cada uno de los colores, desde los sutiles detalles amarillos de las flores hasta el casi terracota matiz de los labios.


En “Apegos” la escena se ha montado en el suspenso de lo incompleto, discurso silencioso propio de los mundos que son secretos no por su extrañeza sino por su cotidianeidad. Hay un desenfoque que resalta tímidamente el paralelismo entre el rubor de la irritación cutánea y  los distintos matices de rojo en el cuerpo vegetal. Entre las esencias que pueblan esta imagen se desarrolla una conversación sin palabras. La asimetría radicular, las partículas de tierra, la epidermis y el fondo negro apenas insinuado poseen una complicación inmediata e inmanente de la cual solo es posible ver los efectos, representa adecuadamente el movimiento sin traslación en el que se desenvuelven los afectos, registro de las sensaciones que se comparten con los reinos más ajenos de la vida por el solo hecho de estar vivos.


Continuando sobre la temática del contacto, subiendo desde lo sensual hasta lo extracorporal, me parece digna de mención y reconocimiento la propuesta de Jorge Gamboa Torres, quien hace manifiesta una inclinación hacia la cosmogonía emergentista a través del uso certero de imágenes prístinas
 y contundentes; ejemplo de ello, el recurso a la superposición de los órganos respiratorios en “Dualidad: hombre y naturaleza” , ilustración de la transversalidad de los principios herméticos del Kybalión: “Como es arriba es abajo, como es adentro es afuera”, principio que antecede y coordina, con mano invisible, las bases metafísicas del emergentismo biológico contemporáneo.


Merece particular detenimiento la obra “Una semilla, un universo”, donde usa la intervención sobre un conjunto de matrioshkas para profundizar en la superposición, no solo como principio envolvente de la correspondencia sino para expresar también la extensión del desenvolvimiento de la densidad desde el punto central. Mirar esta obra desde un simple misticismo naturalista sería adoptar una postura excesivamente reduccionista, es necesario llegar a la influencia de lo siniestro en el trabajo de Jorge Gamboa, hay que pensar en el nombre bajo el cual se reúnen ambas obras: “Mal de Ojo”.


El “Mal de Ojo” no debería apresurarnos a pensar en algún tipo de extraña y fetichizada magia vudú; la importancia de este elemento, el porqué  el mal de ojo es uno de los elementos casi omnipresentes  y arcaicos en la mayoría de creencia místicas y religiosas alrededor del mundo, reside en involucrar uno de los principios fundamentales de la óptica: uno solo ve hacia una dirección, pero es visto desde todas las direcciones; principio explorado exhaustivamente por el psicoanálisis lacaniano. La vista no es un poder, sino una vulnerabilidad, un estar expuesto ante la luz. Esta reflexión sobre lo óptico hace eco en la figura antropomórfica de la muñeca rusa; traza al humano, pero solo su contorno, su forma más abstracta, lo presenta claustrofóbicamente tatuado por el orden del caos natural; la naturaleza tiene un orden pero no es el orden que el hombre quiere y, además, es un orden del cual no puede escapar porque  esta a la base de lo que funda su estar vivo, aquel orden en el que la figura humana esta en el centro no es el cartográfico civil sino el contrapunto de la música de las esferas.

Como se ha dejado ver, la mesura eficaz y la honestidad lúcida a menudo desembocan en una sobria elegancia digna de laureles; sin embargo, hay momentos en los que uno esta forzado a decir “ a veces un cigarro es solo un cigarro”, en tal situación me he encontrado al analizar: “Histoire de l’Eternité” de Mr. Power.



Mi primer desacuerdo con su trabajo nace de la ambición de abarcar toda clase de temas sin llegar a algo más que hacer mención de ellos. Hay que detenerse en la referencia de la obra homónima de Borges en su título para desvelar su carácter inconsistente. El nombre esta traducido al francés, no obstante, en ningún lugar de la obra parece claro si llega a ser tan sutil como un apunte de la influencia bergsoniana en la concepción del tiempo del autor argentino o si es parte de un capricho pasajero.

El uso iconográfico de las especies  animales ( caracol de jardín común , mariposa nocturna y escarabajo hércules)  resulta plano debido a la condición de lugar común que tienen incluso a nivel de imaginario común. La falta de trabajo sobre sus metáforas le hace incurrir en lo cliché, lo cual no hace sino reforzarse con el intento de juego estructuralista que implican las palabras (Hoy, Mañana, Siempre...) debajo de ellos. En términos sencillos es necesario decir que no hacía falta vincular el uso de aquellos animales a la obra de Borges, al menos en cuanto  a que estos animales ya son metáforas demasiado reconocibles por si mismas, todo lo que se consigue es una redundancia que culmina en la frustración. Es como seguir las indicaciones de un mapa y terminar en un callejón sin salida.

Es necesario mencionar que, aunque Borges aborda el tema de la fatalidad como experiencia de la temporalidad humana en los ensayos reunidos bajo el título “Historia de la eternidad, esa cuestión no es abordada de un modo tan superficial como el que presenciamos en esta obra. Dentro de lo laberíntico que el padre del Aleph puede ser, estos menesteres no son si quiera los más interesantes de los temas a explicar en su obra; no hay que dejar de mencionar las oportunidades no usadas de explorar tópicos de mayor complejidad; como pudo haber sido la contraposición de las tesis matemáticas planteadas por Zaratustra y Cantor en torno a la cuestión del eterno retorno, planteamientos hostiles por las numerosas consecuencias de su planteamiento, necesitados de una constante reinterpretación a través del uso de los recursos a nuestro alcance en una época caracterizada por el aceleramiento de la transformación de las condiciones de reproductibilidad técnica contemporánea. Hay títulos de obras tan magnánimos como el minotauro de “La casa de Asterión”, cuando  uno se bate a duelo con esos títulos, la conclusión es siempre la misma, pronunciar, una vez más y sin asombro, las palabras de Teseo: “ El minotauro apenas se defendió”.


Fotografías de las obras extraídas del "Catálogo Arte actual en Puebla 2017-2020" : Catálogo: file:///C:/Users/HP%20G240/Downloads/ARTE_ACTUAL_EN_PUEBLA_17-20.pdf

domingo, 7 de marzo de 2021

Crítica al "Catálogo Arte actual en Puebla 2020"

 Missi Alejandrina

07 de Marzo 2021





El 26 de septiembre del año 2020 el Instituto Municipal de Arte y Cultura (IMACP) agregó a su página de internet el “Catálogo Arte actual en Puebla 2020; en él se reúne la producción de 34 artistas poblanos durante los años 2017- 2020. La publicación de este documento se expandió con la realización de la exposición, “Arte actual en Puebla 2017-2020”, la cual se inauguró el 25 de febrero de este año.

 En esta nota se emprenderá la tarea de analizar las premisas del discurso institucional en el que está envuelto este catálogo como precedente para emprender en futuras notas el ejercicio crítico del análisis a las obras de arte reunidas en él. Se tomarán en cuenta las declaraciones otorgadas a la prensa por parte de la alcaldesa Claudia Rivera Vivanco, el titular del IMACP, Gerardo Oviedo Aguilar y la introducción del catálogo a cargo del departamento de exposiciones del IMACP; a través de este análisis se espera diseccionar algunas de las principales premisas que sirven como justificación del documento antes mencionado.

La premisa central de la curaduría llevada a cabo es confusa, no es posible entenderla si no es cortando y volviendo a pegar sus enunciados; el argumento establecido en el texto que sirve de introducción al catálogo establece lo siguiente:

“La vitalidad en el análisis de la historia intelectual como ruta del saber debe ser abordada por medio del estudio de campo (…) la búsqueda de una nueva orientación en las formas visuales permite hacerlas presentes en el contexto creativo con un verdadero rostro humano.”

El termino “vitalidad” es usado con proverbial falta de rigor; la manera en que han decidido usarlo puede significar lo vital en cuanto proceso biológico, como motor místico de los cuerpos o como algo vagamente vinculado a la vivencia, no hay en ningún momento una especificación de como habría que entender un concepto con tantas implicaciones para la historia del pensamiento; solo de manera intuitiva es posible llegar a entender a lo que se refieren: la experiencia como registro vivencial. No se entiende por qué si es esto a lo que buscaban referirse, porque no usaron el termino “experiencia” desde un inicio. Traducida a términos más claros la tesis es: los artistas por medio de la transformación de las formas (conceptuales y materiales) transforman los acontecimientos en experiencias que posibilitan el conocimiento de la realidad a través de la empatía.

El problema no es tanto esta premisa, la concepción de una ruta epistemológica basada en lo empírico y el artista como agente principal de la misma tiene aspectos cuestionables, pero es una postura valida; su contradicción con las declaraciones y enunciados sobre quién es el agente del acto perlocutivo con respecto al arte, en el perímetro del catálogo, es el verdadero problema.

En una declaración para el periódico “La Jornada”, el titular del IMACP habla sobre lo siguiente: “la importancia de democratizar el arte, así como tomar en cuenta todas las voces para reconocer la labor de los artistas y ponerlos en el centro de las políticas públicas culturales”. En esta toma de postura hay un oxímoron evidente, “democratizar el arte” y “tomar en cuenta todas las voces”, dos actos opuestos por definición.

Cuando hay un acto democratizador, este movimiento es necesariamente vertical; “democratizar el arte” implica que una institución aporta una determinada visión del arte a la población, dicha visión de arte conceptualizada por las instituciones gubernamentales se vuelve asunto de todos; la conclusión de esta imposición: “el arte se ha vuelto democrático”.

No es “la voz de todas y todos” la que consigue ser escuchada, ni la concepción de arte o de la realidad que los ciudadanos puedan tener en su reciprocidad interna; la forma de arte y/o realidad que alcanza ser escuchado desde el exterior burocrático es, inequívocamente, la voz institucional. La voz que se hace oír como ley; una voz que, como Kafka ilustró con la siempre inmanente llamada a comparecer de Josef K. en su novela “El Proceso”, siempre viene de la ley.

La recién expuesta paradoja se refuerza y adquiere nuevos matices en las declaraciones otorgadas por la alcaldesa Claudia Rivera Vivanco para el portal de noticias gubernamentales, “Municipios”: “El arte refleja la cultura de todos los sectores que componen a esta ciudad […] las expresiones artísticas sirven como aliciente para la mente y el cuerpo, especialmente en escenarios como este”.

En el principio de este pronunciamiento se mantienen los mismos problemas de la primera declaración; no obstante, su concepción del arte, “aliciente para la mente y el cuerpo”, es a todas luces preocupante; tal enunciado representa una idea sobre el arte heredada de innumerables administraciones pasadas. En esta toma de postura se entiende el arte como golosina, premio, alivio higiénico, se le coloca al nivel del deporte o la gimnasia dominical, un masaje para soportar las penurias sufridas a lo largo de la semana. Esta interpretación del arte proveniente de las clases políticas es y siempre ha sido una afrenta al artista y su emancipación de cualquier certeza que pueda haber sobre el uso utilitario del arte, neutralización del carácter intempestivo inherente a cualquier expresión artística.

El que él catalogo y la exposición estén enmarcados en el contexto de la actual pandemia constituye también un acto que no puede pasar por inocente; ante esta catástrofe niveladora, es de suponer que no se podía desaprovechar la oportunidad de disolver toda discusión, mostrar el arte poblano como una conversación armónica entre sus elementos a pesar de su diversidad estilística.  No pudo haber mejor situación para mantener el control de daños de cualquier voz crítica al mínimo.

 Algo hay que reconocer a los portadores del discurso político que circunscribe esta iniciativa es la capacidad de hacer pasar como un discurso coherente, lucido y bien intencionado, el montón de clichés y galimatías que arrojan a la hora de hablar del arte. El intento caótico de definir quién habla en el arte junto con la función que han de tener sus contenidos en el contexto social da señas de la poca consideración en la que la política artística y cultural tiene con respecto a su objeto. Lo que se ha comentado en esta nota invita a pensar que quizá Sócrates tenía bastante razón al asumir como una condena el ser invitado al banquete de los pritanos.

Fuentes:

Catálogo: file:///C:/Users/HP%20G240/Downloads/ARTE_ACTUAL_EN_PUEBLA_17-20.pdf

Municipios: https://municipiospuebla.mx/nota/20

La Jornada: https://www.lajornadadeoriente.com.mx/puebla/imacp-arte-actual-en-puebla/

L20-09-24/puebla/ayuntamiento-Lde-puebla-crear%C3%A1-un-cat%C3%A1logo-de-arte-actual

Figuraciones: desde lo cinematográfico hasta la abstracción épica. ( Breve comentario sobre la obra de tres artistas que he encontrado en Galería 16)

En este post me dedicaré a comentar tres obras que han llamado mi atención al asistir a la inauguración de Galería 16, he decidido limitarme...