domingo, 14 de marzo de 2021

Apelaciones a lo orgánico- Arte en Puebla y su relación con el medioambiente y la naturaleza. Parte 1.


 Missi Alejandrina

Si un extraterrestre tuviera que entender qué pasa en el planeta a partir de la crítica cultural, entendería que vivimos en un mundo lleno de problemas de raza, género, trabajo, etc., no imaginaría que el medio ambiente es una fuerza que preocupe al homo sapiens. Si este mismo extraterrestre leyera los periódicos y viera los noticieros, entendería que a diario enfrentamos una crisis medioambiental que amenaza nuestra existencia como especie. Este experimento mental, que he parafraseado de “The Ecocritical Reader” de Cheryll Glotfelty y Harold Fromm, está detrás de la razón por la cual he decidido empezar con el comentario de las obras que presento en esta entrada; apegándome a la ley de la hospitalidad he considerado dar prioridad al tratamiento del medioambiente y la naturaleza en el arte poblano. Un ámbito en el cual uno puede dar comentarios muy acertados o hacerse merecedor de pastelazos según la lucidez con la que se dedique a la tarea.

Me he visto en la necesidad de hacer una selección de los artistas a comentar, tomando en cuenta la pertinencia que los mismos tienen en relación al estado del arte contemporáneo en Puebla y  dentro del los límites que ha establecido el catálogo, con el fin de mantener la brevedad de los post en la medida de lo posible. No se tomarán en cuenta factores biográficos o la relación de las obras expuestas con el resto de la producción de los artistas.

Empezaré comentando las dos fotografías, “Apego” y “Metamorfosis”, de Amanda Hernández. En “Metamorfosis” el espectador se encuentra con una composición simple pero bien ejecutada. Amanda Hernandez marca una frontera permeable entre lo vegetal y lo humano que establece el tono liminal de la zona íntima en la que se desarrolla la escena. La posición horizontal del rostro humano junto a su gesto de reposo y las hojas en dispersión desde la parte superior de la imagen proporcionan una sensación de ingravidez que la vincula a la larga tradición detrás del tropo del pacto entre la mujer y el mundo vegetal; estado anímico de serenidad que se refuerza adecuadamente por el contraste armónico de cada uno de los colores, desde los sutiles detalles amarillos de las flores hasta el casi terracota matiz de los labios.


En “Apegos” la escena se ha montado en el suspenso de lo incompleto, discurso silencioso propio de los mundos que son secretos no por su extrañeza sino por su cotidianeidad. Hay un desenfoque que resalta tímidamente el paralelismo entre el rubor de la irritación cutánea y  los distintos matices de rojo en el cuerpo vegetal. Entre las esencias que pueblan esta imagen se desarrolla una conversación sin palabras. La asimetría radicular, las partículas de tierra, la epidermis y el fondo negro apenas insinuado poseen una complicación inmediata e inmanente de la cual solo es posible ver los efectos, representa adecuadamente el movimiento sin traslación en el que se desenvuelven los afectos, registro de las sensaciones que se comparten con los reinos más ajenos de la vida por el solo hecho de estar vivos.


Continuando sobre la temática del contacto, subiendo desde lo sensual hasta lo extracorporal, me parece digna de mención y reconocimiento la propuesta de Jorge Gamboa Torres, quien hace manifiesta una inclinación hacia la cosmogonía emergentista a través del uso certero de imágenes prístinas
 y contundentes; ejemplo de ello, el recurso a la superposición de los órganos respiratorios en “Dualidad: hombre y naturaleza” , ilustración de la transversalidad de los principios herméticos del Kybalión: “Como es arriba es abajo, como es adentro es afuera”, principio que antecede y coordina, con mano invisible, las bases metafísicas del emergentismo biológico contemporáneo.


Merece particular detenimiento la obra “Una semilla, un universo”, donde usa la intervención sobre un conjunto de matrioshkas para profundizar en la superposición, no solo como principio envolvente de la correspondencia sino para expresar también la extensión del desenvolvimiento de la densidad desde el punto central. Mirar esta obra desde un simple misticismo naturalista sería adoptar una postura excesivamente reduccionista, es necesario llegar a la influencia de lo siniestro en el trabajo de Jorge Gamboa, hay que pensar en el nombre bajo el cual se reúnen ambas obras: “Mal de Ojo”.


El “Mal de Ojo” no debería apresurarnos a pensar en algún tipo de extraña y fetichizada magia vudú; la importancia de este elemento, el porqué  el mal de ojo es uno de los elementos casi omnipresentes  y arcaicos en la mayoría de creencia místicas y religiosas alrededor del mundo, reside en involucrar uno de los principios fundamentales de la óptica: uno solo ve hacia una dirección, pero es visto desde todas las direcciones; principio explorado exhaustivamente por el psicoanálisis lacaniano. La vista no es un poder, sino una vulnerabilidad, un estar expuesto ante la luz. Esta reflexión sobre lo óptico hace eco en la figura antropomórfica de la muñeca rusa; traza al humano, pero solo su contorno, su forma más abstracta, lo presenta claustrofóbicamente tatuado por el orden del caos natural; la naturaleza tiene un orden pero no es el orden que el hombre quiere y, además, es un orden del cual no puede escapar porque  esta a la base de lo que funda su estar vivo, aquel orden en el que la figura humana esta en el centro no es el cartográfico civil sino el contrapunto de la música de las esferas.

Como se ha dejado ver, la mesura eficaz y la honestidad lúcida a menudo desembocan en una sobria elegancia digna de laureles; sin embargo, hay momentos en los que uno esta forzado a decir “ a veces un cigarro es solo un cigarro”, en tal situación me he encontrado al analizar: “Histoire de l’Eternité” de Mr. Power.



Mi primer desacuerdo con su trabajo nace de la ambición de abarcar toda clase de temas sin llegar a algo más que hacer mención de ellos. Hay que detenerse en la referencia de la obra homónima de Borges en su título para desvelar su carácter inconsistente. El nombre esta traducido al francés, no obstante, en ningún lugar de la obra parece claro si llega a ser tan sutil como un apunte de la influencia bergsoniana en la concepción del tiempo del autor argentino o si es parte de un capricho pasajero.

El uso iconográfico de las especies  animales ( caracol de jardín común , mariposa nocturna y escarabajo hércules)  resulta plano debido a la condición de lugar común que tienen incluso a nivel de imaginario común. La falta de trabajo sobre sus metáforas le hace incurrir en lo cliché, lo cual no hace sino reforzarse con el intento de juego estructuralista que implican las palabras (Hoy, Mañana, Siempre...) debajo de ellos. En términos sencillos es necesario decir que no hacía falta vincular el uso de aquellos animales a la obra de Borges, al menos en cuanto  a que estos animales ya son metáforas demasiado reconocibles por si mismas, todo lo que se consigue es una redundancia que culmina en la frustración. Es como seguir las indicaciones de un mapa y terminar en un callejón sin salida.

Es necesario mencionar que, aunque Borges aborda el tema de la fatalidad como experiencia de la temporalidad humana en los ensayos reunidos bajo el título “Historia de la eternidad, esa cuestión no es abordada de un modo tan superficial como el que presenciamos en esta obra. Dentro de lo laberíntico que el padre del Aleph puede ser, estos menesteres no son si quiera los más interesantes de los temas a explicar en su obra; no hay que dejar de mencionar las oportunidades no usadas de explorar tópicos de mayor complejidad; como pudo haber sido la contraposición de las tesis matemáticas planteadas por Zaratustra y Cantor en torno a la cuestión del eterno retorno, planteamientos hostiles por las numerosas consecuencias de su planteamiento, necesitados de una constante reinterpretación a través del uso de los recursos a nuestro alcance en una época caracterizada por el aceleramiento de la transformación de las condiciones de reproductibilidad técnica contemporánea. Hay títulos de obras tan magnánimos como el minotauro de “La casa de Asterión”, cuando  uno se bate a duelo con esos títulos, la conclusión es siempre la misma, pronunciar, una vez más y sin asombro, las palabras de Teseo: “ El minotauro apenas se defendió”.


Fotografías de las obras extraídas del "Catálogo Arte actual en Puebla 2017-2020" : Catálogo: file:///C:/Users/HP%20G240/Downloads/ARTE_ACTUAL_EN_PUEBLA_17-20.pdf

2 comentarios:

  1. Missi, esa crítica te quedo realmente increíble

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    1. Muchas gracias <3 Espero poder contar con tu visita todas las semanas
      <3

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