Por: Jesús Kallinikos
Bajo las enseñanzas de quien mas tarde sería un reconocido sabio Alejandro
aprendió conceptos que seguramente le sirvieron en la ética y en su gobierno . Estos conceptos lo acompañaron durante toda su vida y, por ejemplo,
lo llevaron a saber cómo tratar a las polis griegas al otro lado del Egeo. Alejandro
llevó al pie de la letra lo pensado por Aristóteles, una vez que salió de
la zona de las polis griegas comenzó a actuar acorde a las formas y las
situaciones particulares de cada pueblo con el que entraba en contacto.
Lo que se abordará con más detenimiento es lo concerniente con la Ética.
Todos hablaron del Magno; sin embargo, todo tiene un comienzo y en este
comienzo en particular existen muchos registros.
Alejandro nació en un pequeño reino al norte de Grecia donde, como
alguna vez les recordó a sus hombres, “lo único que el pueblo
poseía eran las ovejas con cuyas pieles se cubrían por falta de telas”. Una
nación en la que nada de lo que pudieran poseer estaba seguro; no solamente sus
fronteras eran atacadas por los barbaros ilirios y tracios, incluso solían atacar
constantemente tierra adentro.
Los macedonios eran hombres rudos y a pesar de ello Filipo procuró hacer
una isla de helenismo la capital: Pella. El acceso al poder por parte del padre
de Alejandro estuvo lleno de sangre, como siempre lo fue el acceso al trono de
Macedonia. Su madre y la familia de ella decían descender de un hijo de
Aquiles, Neoptolomeo, que tomó por botín de guerra a la viuda de Héctor,
llegando a las tierras de Epiro en la frontera oeste de Macedonia
Los primeros años de la vida de Alejandro estuvieron marcados por un
acercamiento con Olimpia, su madre. Se cuenta que ella era una mujer de hermoso
rostro, gran inteligencia y un extraño orgullo; a diferencia de Filipo, quien
por cada campaña que emprendía no solo regresaba con la victoria militar, sino
que retornaba con alguna nueva esposa, hija de algún reyezuelo, el orgullo de
Olimpia le llevo a no tener alguna relación adúltera y de esta manera mostrarse
como la única reina de Macedonia. Olimpia le dirá a Alejandro que su padre no
era Filipo sino Zeus, la niñez de Alejandro estaría marcada por el amor
obsesivo de la madre y la figura de un padre ausente. A la edad de siete años
cuando para los griegos culminaba la infancia, padre y madre acordaron
que el niño recibiera la ardua educación para un rey.
Esta labor fue delegada a un preceptor
llamado Leónidas quien le dio la primera educación; su enseñanza consistió en
ejercicios marciales y un estricto régimen alimenticio, método que tanto
Olimpia como Filipo aprobaron, que incluía la restricción a algunos alimentos; el cual, con los años, repercutió en
que Alejandro no pudiera alcanzar la media de la altura macedonia. No fue un
hombre bajo o enano, dado que los diferentes historiadores o sus rivales
políticos nunca consideraron importante hacer mención de este detalle, pero
seguramente es un detalle que no pasó desapercibido. Lo cierto es que no llegó
a alcanzar la altura de su padre ni la del promedio de los macedonios. Esta situación
generó ciertas inseguridades en el joven Alejandro que, al crecer en una sociedad con
un enfoque guerrero como la macedonia, se acentuaron aún más por la
declarada enemistad entre sus padres, quienes en cierta medida
rivalizaron por tener al hijo bajo su órbita.
De Olimpia se sabe que era más cercana a los impulsos y las pasiones
arrebatadas, tenía una inclinación por rituales que escandalizaban a los
propios macedonios, rituales considerandos arcaicos por la sociedad macedonia,
a pesar de ello, Olimpia procuró que Alejandro fuera más refinado que el padre.
Filipo en cambio vio en su hijo a un soldado y probablemente al heredero al
trono por lo que veía con malos ojos los refinamientos de la madre. Ambos tenían un gran cariño y esperanza en su hijo, pese a la dureza con
la que lo criaban, pero la disputa entre ambos generó una cierta lejanía e
incomprensión en él, fue en cambio en la amistad donde encontró un pilar.
Alejandro creció con la Ilíada (se dice que recibió
una Ilíada del propio Aristóteles y que la mantuvo consigo durante toda la campaña
en Asia) como un libro de historia que establecía un precedente de una cultura
compartida con las polis helenas y como una obra que moldeó la idea del héroe. De
entre los personajes de la Ilíada, Aquiles era tenido en gran consideración por
el futuro conquistador: como un ilustre antepasado en paralelo a sus supuestos
lazos con las estirpes troyanas Aquiles fue un modelo para él, mas se puede
decir que la diferencia entre el ethos de Aquiles y Alejandro reside en la
huella que la educación propinada por Aristóteles dejo en el joven macedonio. El macedonio no tuvo los famosos impulsos del mirmidón, en nada se le
pareció en las rabietas, nunca hubiera imitado aquella conducta que mantuvo a
un emberrinchado Aquiles en su tienda mientras sus amigos luchaban y caían
frente a los soldados de Héctor. Es bastante seguro
que durante el periodo que paso con Aristóteles fue donde Alejandro aprendió
los grandes principios de la ética dada por su maestro, la idea del hombre de
alma grande.
Para Aristóteles la amistad contiene una cierta propiedad moral y
aunque el término amistad posea diversos significados y diversas formas: para
algunos la amistad surge entre semejantes, mientras que para otros son los
contrarios los que se atraen, hay algo en la amistad que hace que esta sea la
única capaz de igualar a los hombres. Es en los amigos donde el hombre poderoso encuentra la seguridad de que
sus bienes serán no solo mejor preservados, sino que incluso crecerán; de igual
forma es en la pobreza o en las más terribles de las desgracias donde los
amigos se convierten en el único refugio. Alejandro consideró a la amistad
como el mayor tesoro que poseía y nunca dejó a sus amigos pelear batallas sin
él, ni dudo en arriesgar su propia vida cuando sus amigos se encontraban al
borde del desastre.
Terminada la época de estudio con Aristóteles, que duró alrededor de
cuatro años, Filipo pidió que su hijo y los jóvenes nobles, entre los que se
encontraban amigos de su hijo, regresarán a la capital para ocuparse de los asuntos
reales en su ausencia mientras combatía a los tracios. Alejandro ocupó el cargo
de regente durante este periodo; más tarde padre e hijo estuvieron juntos en
campaña contra tracios, atenienses y tebanos. La lejanía de la madre mejoró
bastante la relación con el padre al grado de permitir tiempo más tarde a Alejandro
acudir a la próxima boda de su padre. En relación con la boda del padre, Alejandro se exiliaría de la corte
cuando el padre de la novia un general macedonio de nombre Átalo, quien
por cierto tendría bajo sus órdenes la avanzada macedonia en Anatolia, pidiera
brindar para que el rey tuviera un heredero legítimo; algo que al
instante irritó a Alejandro, pues mostró que para el nuevo suegro de
Filipo tanto Alejandro como Olimpia solo eran unos epirotas.
Se cuenta que Alejandro se levantó y lanzó la copa de vino hacía Átalo gritando y preguntó: ¿entonces soy un bastardo? Átalo, ebrio
o calculadoramente “ofendido”, logró que Filipo intercambiara palabras con
Alejandro, no se tiene registro de lo que se dijeron, tal vez fue el remate
magistral del propio Alejandro lo que hizo que se olvidaran las palabras que se
intercambiaron; solo queda imaginarlas; Filipo estuvo a nada de desenvainar su
espada para terminar cayendo al intentar dar un paso adelante, debido en parte
a una vieja herida y el vino bebido, ahí fue donde el hijo, mirando a los
invitados, señaló hacía donde estaba Filipo y dijo: “Mirad a quien pretende
cruzar de Europa a Asia y es incapaz de cruzar de una mesa a otra”
En esta ocasión se probó la amistad del círculo de amigos de Alejandro.
Fueron ellos quienes proporcionaron la escolta que acompañó a madre e hijo en
su huida, esa misma noche, hacía el reino de su tío en Epiro, al cual, por
cierto, debía su trono a Filipo. Llegados a Epiro, dejó a su madre y por alguna
extraña razón emprendió una huida hacia Iliria; terreno en el cual, durante el periodo
posterior a estudiar con Aristóteles, Alejandro combatió a los ilirios y los
venció.
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