domingo, 7 de marzo de 2021

Crítica al "Catálogo Arte actual en Puebla 2020"

 Missi Alejandrina

07 de Marzo 2021





El 26 de septiembre del año 2020 el Instituto Municipal de Arte y Cultura (IMACP) agregó a su página de internet el “Catálogo Arte actual en Puebla 2020; en él se reúne la producción de 34 artistas poblanos durante los años 2017- 2020. La publicación de este documento se expandió con la realización de la exposición, “Arte actual en Puebla 2017-2020”, la cual se inauguró el 25 de febrero de este año.

 En esta nota se emprenderá la tarea de analizar las premisas del discurso institucional en el que está envuelto este catálogo como precedente para emprender en futuras notas el ejercicio crítico del análisis a las obras de arte reunidas en él. Se tomarán en cuenta las declaraciones otorgadas a la prensa por parte de la alcaldesa Claudia Rivera Vivanco, el titular del IMACP, Gerardo Oviedo Aguilar y la introducción del catálogo a cargo del departamento de exposiciones del IMACP; a través de este análisis se espera diseccionar algunas de las principales premisas que sirven como justificación del documento antes mencionado.

La premisa central de la curaduría llevada a cabo es confusa, no es posible entenderla si no es cortando y volviendo a pegar sus enunciados; el argumento establecido en el texto que sirve de introducción al catálogo establece lo siguiente:

“La vitalidad en el análisis de la historia intelectual como ruta del saber debe ser abordada por medio del estudio de campo (…) la búsqueda de una nueva orientación en las formas visuales permite hacerlas presentes en el contexto creativo con un verdadero rostro humano.”

El termino “vitalidad” es usado con proverbial falta de rigor; la manera en que han decidido usarlo puede significar lo vital en cuanto proceso biológico, como motor místico de los cuerpos o como algo vagamente vinculado a la vivencia, no hay en ningún momento una especificación de como habría que entender un concepto con tantas implicaciones para la historia del pensamiento; solo de manera intuitiva es posible llegar a entender a lo que se refieren: la experiencia como registro vivencial. No se entiende por qué si es esto a lo que buscaban referirse, porque no usaron el termino “experiencia” desde un inicio. Traducida a términos más claros la tesis es: los artistas por medio de la transformación de las formas (conceptuales y materiales) transforman los acontecimientos en experiencias que posibilitan el conocimiento de la realidad a través de la empatía.

El problema no es tanto esta premisa, la concepción de una ruta epistemológica basada en lo empírico y el artista como agente principal de la misma tiene aspectos cuestionables, pero es una postura valida; su contradicción con las declaraciones y enunciados sobre quién es el agente del acto perlocutivo con respecto al arte, en el perímetro del catálogo, es el verdadero problema.

En una declaración para el periódico “La Jornada”, el titular del IMACP habla sobre lo siguiente: “la importancia de democratizar el arte, así como tomar en cuenta todas las voces para reconocer la labor de los artistas y ponerlos en el centro de las políticas públicas culturales”. En esta toma de postura hay un oxímoron evidente, “democratizar el arte” y “tomar en cuenta todas las voces”, dos actos opuestos por definición.

Cuando hay un acto democratizador, este movimiento es necesariamente vertical; “democratizar el arte” implica que una institución aporta una determinada visión del arte a la población, dicha visión de arte conceptualizada por las instituciones gubernamentales se vuelve asunto de todos; la conclusión de esta imposición: “el arte se ha vuelto democrático”.

No es “la voz de todas y todos” la que consigue ser escuchada, ni la concepción de arte o de la realidad que los ciudadanos puedan tener en su reciprocidad interna; la forma de arte y/o realidad que alcanza ser escuchado desde el exterior burocrático es, inequívocamente, la voz institucional. La voz que se hace oír como ley; una voz que, como Kafka ilustró con la siempre inmanente llamada a comparecer de Josef K. en su novela “El Proceso”, siempre viene de la ley.

La recién expuesta paradoja se refuerza y adquiere nuevos matices en las declaraciones otorgadas por la alcaldesa Claudia Rivera Vivanco para el portal de noticias gubernamentales, “Municipios”: “El arte refleja la cultura de todos los sectores que componen a esta ciudad […] las expresiones artísticas sirven como aliciente para la mente y el cuerpo, especialmente en escenarios como este”.

En el principio de este pronunciamiento se mantienen los mismos problemas de la primera declaración; no obstante, su concepción del arte, “aliciente para la mente y el cuerpo”, es a todas luces preocupante; tal enunciado representa una idea sobre el arte heredada de innumerables administraciones pasadas. En esta toma de postura se entiende el arte como golosina, premio, alivio higiénico, se le coloca al nivel del deporte o la gimnasia dominical, un masaje para soportar las penurias sufridas a lo largo de la semana. Esta interpretación del arte proveniente de las clases políticas es y siempre ha sido una afrenta al artista y su emancipación de cualquier certeza que pueda haber sobre el uso utilitario del arte, neutralización del carácter intempestivo inherente a cualquier expresión artística.

El que él catalogo y la exposición estén enmarcados en el contexto de la actual pandemia constituye también un acto que no puede pasar por inocente; ante esta catástrofe niveladora, es de suponer que no se podía desaprovechar la oportunidad de disolver toda discusión, mostrar el arte poblano como una conversación armónica entre sus elementos a pesar de su diversidad estilística.  No pudo haber mejor situación para mantener el control de daños de cualquier voz crítica al mínimo.

 Algo hay que reconocer a los portadores del discurso político que circunscribe esta iniciativa es la capacidad de hacer pasar como un discurso coherente, lucido y bien intencionado, el montón de clichés y galimatías que arrojan a la hora de hablar del arte. El intento caótico de definir quién habla en el arte junto con la función que han de tener sus contenidos en el contexto social da señas de la poca consideración en la que la política artística y cultural tiene con respecto a su objeto. Lo que se ha comentado en esta nota invita a pensar que quizá Sócrates tenía bastante razón al asumir como una condena el ser invitado al banquete de los pritanos.

Fuentes:

Catálogo: file:///C:/Users/HP%20G240/Downloads/ARTE_ACTUAL_EN_PUEBLA_17-20.pdf

Municipios: https://municipiospuebla.mx/nota/20

La Jornada: https://www.lajornadadeoriente.com.mx/puebla/imacp-arte-actual-en-puebla/

L20-09-24/puebla/ayuntamiento-Lde-puebla-crear%C3%A1-un-cat%C3%A1logo-de-arte-actual

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